11/17/2008

Pesa tanto...

Una espalada que mide medio metro de ancho y otro medio de alto, osea un metro. Tan sol 100 centímetros expandidos curvilineamente soportan su capacidad elevada a una infinita potencia. Decía, hay una espalda que esta protegida por unos muchos y unos pocos. Los llamados guardaespaldas muy diferentes entre si, pero con una sola preocupación unificante... Guardar mi espalda. Resguardarla para cuando se parta en mil pedazos. Habrá muchos, habrá pocos. En si, solo la guardan y esperan haciendo mucho ruido, impacientes. Siempre alertas ellos escuchan los dolores y sufren por ósmosis. Los menos comprometidos aconsejan. Los mas entrometidos cuestionan el padecer. Los mas inteligentes callan y prestan atención con gestos, diferenciandose. Sin dejar de apuntar a los imbéciles que solo callan esperando el derrumbe, pispeando el reloj ansiosamente. Todos ellos forman una circunferencia protectora. Observan cada paso, cada cuesta arriba y mas peligrosas, todas las bajadas. En cada tropezón se aceleran unos muchos latidos, pareciera la hora de actuar y no. Todavía no es hora... Algunos ya aburridos pierden interés, aclaman: "Nunca va a caer". Pues si. Ya ha pasado y no lo han visto me digo riendo a mi misma. Los otros siguen esperando y nunca se van.
Creen ser muy útiles, creen adorarme por tamaño compromiso, consideranse grandes compañeros. Sin embargo nunca ninguno de ellos, ni ningún otro ha intentado alivianar el equipaje, ni cargar esta mi enorme cruz un poco, para que pueda descansar. Hubo una vez , una que lo intento con toda sus fuerzas, pero el peso la hundió hasta abajo. Se fue entre sombras y subió otra vez. No lo intentara mas. No era ella quien podía. Al fin de cuentas no es nadie mas que yo quien puede. Al fin de cuentas es mi cruz y la arrastrare hasta el monte. Eso si, que nadie ni siquiera vaya a pensar en verme resucitar al tercer día entre los muertos.

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